La muñeca de mi hermana.
(Por Kirsi Martínez)
Recuerdo muy bien el día en que
papa Kiko trajo la primera muñeca en una caja grande de cartón envuelta en
papel de mucho colores y atada en una cinta roja, aunque yo estaba entonces muy
lejos de imaginar cuánto iba a cambiar todo como consecuencia de esa llegada
inesperada de esa muñeca.
Aquel mismo día comenzaban
nuestra vacaciones y mi hermana Raquel y yo teníamos planeadas un montón de
cosas para hacer en el verano, como, por
ejemplo, la construcción de un refugio en la rama mas gruesa de la mata de
jobo, la cacería de mariposas, la organización de nuestra colección de mariquitas
y las practicas de béisbol en el patio de la casa, sin contar las ideas a la
casa de la abuela Consuelo en las tardes de domingo. Ya nuestro vecinitos de
enfrente se habían ido ya con su familia a pasar las vacaciones en el campo y esto me dejaba a mi prima Esther para mi sola durante todo el verano.
Raquel cumplía ocho años el día en que papá llego a casa con
el regalo, Mi hermana estaba excitadísima mientras desataba nerviosamente la
cinta y rompía el envoltura, yo me asomé
por encima de su hombro y observé cómo
iba surgiendo de los papeles arrugados aquel adefesio ridículo vestido con un
trajecito azul que le dejaba al aire una buena parte de las piernas y los
brazos de goma.
La cabeza era de un material duro y blando en
el centro de la cara tenia una estúpida sonrisa petrificada de odié desde el
primer momento.
Cuando Raquel sacó, la muñeca de
la caja vi que sus ojos, provistos de negros y gruesas pestañas que parecían
humanas, se abrían o cerraban según se la inclinaba hacia atrás o hacia delante
y que aquella sincronizaba al mismo
tiempo que se tocaba.
Mi hermana recibió su regalo con
un entusiasmo exagerado, brincó de alegría al comprobar el contenido del
paquete y cuando termina de desempacarlo tomó la muñeca en brazos y salió
corriendo hacia el patio.
En cambio yo, al momento de que
mi inocente hermana dio la espalda para mostrar su horrible regalo, maquinaba
como utilizaría la cabeza de esa muñeca para jugar béisbol con mis amigos José
Carlos y Joshua, que esperaban por mí en horas de la tarde para formar un
equipo.
Transcurrido tres semanas ya fue cediendo
la obsesión de transportar la muñeca a todas partes de la casa y fue mas fácil
para mi raptar ese adefesio horrible
para los fines de decapitarla y hacerla parte de mis pelotas de juego.
Inmediatamente mi hazaña fue
descubierta, mi hermana Raquel rompió en llanto y activo la alarma de mis
padres en búsqueda de mi persona, trate
de ocultar toda evidencia que me culpara de tan malévolo hecho , pero no Silvio
de nada, fui castigada por tan horrible hecho, y me impusieron tener que hacer
la casa por dos semanas y fregar los traste de la casa.
Sin embargo, entendí que no había
hecho nada malo, puesto que solo quería tener la cabeza de esa muñeca como mi
pelota favorita, son medir el dolor y el sentimiento que padecía mi hermana por
la destrucción de su regalo de cumpleaños.
Pedí perdón a mi inocente hermana
por sucumbir sus sueños de niña tierna y aflorar sueños míos.
Kirsi María Martínez
Matricula 20123-1443
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